miércoles, 18 de septiembre de 2019

# 387


Me veía, reflejada en el café de tus ojos.
Sonreía incondicionalmente porque estabas ahí,
a la hora, en el momento preciso.
Tocaba el terciopelo de tus mejillas.
Me enredaba en tu piel.
Ahí se acababa el mundo.
Ahí empezaba mi vida.


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