Me veía, reflejada en el café de tus ojos.
Sonreía incondicionalmente porque estabas ahí,
a la hora, en el momento preciso.
Tocaba el terciopelo de tus mejillas.
Me enredaba en tu piel.
Ahí se acababa el mundo.
Ahí empezaba mi vida.
Me enredaba en tu piel.
Ahí se acababa el mundo.
Ahí empezaba mi vida.
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