Quizás lo que más odié fue el derecho de irse y volver sin más.
Sin pedir permiso, aparece.
Cuando menos lo esperas. Cuando más falta hace.
Te desordena, te ilusiona, te hace feliz.
Y se acaba, como todo en esta vida.
Mientras vuelves a ordenar el caos, sigues viviendo en otro.
Y piensas, ¿hasta cuando?.
Cuando vendrá y se quedará.
Sin miedo a nada.
Sin facilidades.
Sin rencores.
Por luchar.