Para mí, lo único que quedaba era el amor, y estaba bastante segura de que nunca volvería a amar a un hombre; así que iba a suicidarme. La única razón por la que no lo hice fue un billete de cinco dólares. Seguramente me lo había dado algún gilipollas por mamársela y me cabreaba pensar que si me suicidaba sin gastármelo... ¡se la habría mamado gratis!
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