miércoles, 18 de diciembre de 2019

# 393



Perdonar se volvió una costumbre.
Daba igual lo que hiciera, 
daba igual lo que dijera.
Parecía que el perdón ya lo tenía en mente.
Incluso antes de saber nada.
No había ningún límite,
parecía que estaba dispuesta a sufrir lo que hiciera falta por él.
Nunca me paré a pensar en mi,
en mi salud mental, en quererme un poco.
Nunca me pregunté sin valía la pena seguir perdonando.
Siempre dije ni una más y siempre vinieron muchas más.
Y cuando quise tomar las riendas, dejar de perdonar,
dejar de sufrir, volví a creerle.
Volví a creer en el cambio que sé que nunca va a llegar.




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