viernes, 28 de septiembre de 2012

# 325



Pronunció mi nombre, mientras yo huía en esa lluvia de noviembre,
también llovía en mis ojos y las gotas recorrían mis mejillas.
Él estaba empapado de orgullo y un poco de egoísmo,
pero ese día cuando vio que ni el charco más grande me iba a parar...
Se dio cuenta que había tomado la decisión y que sólo él podía ser ese muro que me parara.
Entonces, me paré y por un momento vi pasar mi vida en segundos,
y vi que tenía diferentes tipos de sonrisas, pero cuando estaba con él...
Era la mejor de todas. Me armé de valor, me dí la vuelta...
Ya no importaba si llovía más o menos, si caían truenos...
Solté el paraguas, lo miré a lo lejos y volví a regalarle una sonrisa.
Se acercaba a mi cada vez más rápido, 
pasaron solo segundos hasta que lo tenía a un centímetro de mi nariz,
limpió mi cara, aunque de poco sirvió porque seguía mojándose,
no dejamos ni un segundo de mirarnos a los ojos, 
y entonces en ese momento comprendimos que si alguno de los dos quería fugarse,
ya lo hubiera echo, y que si estábamos frente a frente en ese preciso momento,
era porque ni la más fuerte tormenta nos iba a separar.
Él como siempre... mi sol.

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