miércoles, 15 de agosto de 2012

# 312



No le costaba darle su tiempo,
ni si quieras le costaba sonreír cuando él se lo pedía.
Cometía errores, 
aunque la mayoría de las veces no los veía.
Perdía el orgullo en cuestión de una sonrisa, o un segundo.
Esperaba...
Esperaba hasta que él llegara del trabajo y se lanzara a abrazarla,
y contarle anécdotas y otra variedad de cosas.
Le ponía mal cuando esos mágicos momentos los interrumpía
algún asunto del trabajo o cualquier evento más.
Pero a pesar de eso, de todo eso,
él era su perdición...
¿Y qué se puede hacer al respecto?
Nada. 
Estás perdida cuando piensas que no hay nada más interesante,
o más divertido que esperarlo.
Ni si quieras las cosas que te gustan hacer...
Y te toca agarrar coraje y seguir adelante,
luchar, porque con virtudes y defectos es que se ama.
¿Dónde encontraría alguien mejor que él?
Ni dando la vuelta al mundo.




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